Ya hemos comentado en varias ocasiones que el ejercicio físico, beneficioso para todas las personas, es especialmente recomendable para las personas con discapacidad.
Hoy os venimos a hablar de la danza, una práctica que cada vez más expertos insisten en recomendar para el bienestar tanto físico como psicológico de personas con discapacidad. En el caso de las personas con discapacidad intelectual, la danza permite dar rienda suelta a sus expresiones y emociones, sin necesidad de que haya un razonamiento previo. También, al ser una actividad que generalmente se realiza en grupo, permite a las personas que la practican mejorar sus habilidades sociales y tener una sensación de pertenencia a una comunidad. Se establecen relaciones de confianza en las que el arte es un nexo común que permite la expresión de sentimientos
En el caso de las personas con discapacidad física, la danza les permite mejorar tanto en equilibrio como en habilidades motrices de una manera lúdica. Incluso personas con graves problemas de movilidad encuentran en la danza una manera de expresarse y de conectar con esa parte artística. Además, se produce una mejora sustancial en el tono muscular, la coordinación, el sentido del ritmo y la capacidad de improvisación.
En definitiva, la danza es altamente favorable para todas aquellas personas que tengan algún tipo de discapacidad, y es por esta razón por la que hace ya varios años que desde Fundación Aon colaboramos con la Fundación Deporte y Desafío en su proyecto Psicodanza, una actividad en la que se trabajan diferentes aspectos psicomotores y emotivo-conductuales partiendo de una motivación intrínseca. A partir de la técnica del Psicoballet, unida a múltiples técnicas neurológicas, se pretende conseguir un espacio donde influir de manera positiva en el cerebro a través de la estimulación, el arte y el ejercicio físico.