No cabe duda de que el deporte es una actividad que todos deberíamos realizar con asiduidad, pues es fuente de salud y cada vez más estudios afirman que una vida activa es sinónimo de una vida saludable. En el caso de las personas con algún tipo de discapacidad, es aún más beneficioso si cabe.
Se cree que los orígenes del deporte para personas con discapacidad se encuentran en el hospital para lesionados medulares de Stoke Mandeville (Buckinghamshire, Inglaterra) donde el médico Ludwig Guttmann comenzó a aplicar el deporte como terapia, resaltando que la inactividad de un hospital estaba perjudicando a los pacientes que en él se encontraban.
Destacaba Guttmann que el deporte para estas personas con discapacidad no solo estaba aumentando su fuerza física, resistencia, coordinación y equilibrio, sino que además favorecía las relaciones personales entre ellos, evitaba aspectos negativos como la depresión y aumentaba la autoestima.
Poco a poco, el doctor Guttmann empezó a organizar competiciones entre diferentes hospitales, coincidiendo con la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres de 1948. Los ya conocidos como International Stoke Mandeville Games se celebraron conjuntamente con los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, considerándose los primeros Juegos Paralímpicos de la Historia, con más de 400 deportistas llegados de 23 países diferentes.
Las personas con discapacidad se ven beneficiadas tanto a nivel físico como a nivel cognitivo con la práctica de algún deporte. En caso de los deportes en grupo, favorece la integración y la socialización, dos beneficios altamente favorables en el caso de ciertas discapacidades cognitivas.
Afortunadamente hoy en día el deporte es cada vez más inclusivo para las personas con discapacidad, sea la que sea. Existen numerosas escuelas deportivas que tienen programas especialmente diseñados para personas con discapacidad, como es el caso de la Fundación Deporte y Desafío, con la que colaboramos desde Fundación Aon (más info aquí).