Hace pocos días que hemos conocido el informe “Discapacidad y familia” de la Fundación Adecco, en el que se refleja la realidad de las familias españolas en las que uno o varios de sus miembros tienen una discapacidad.
De dicho informe se desprenden datos como, por ejemplo, que la mitad de las familias españolas se encuentra con problemas a la hora de conciliar la vida profesional y familiar, mientras que este porcentaje aumenta al 75% en el caso de familias donde se encuentra presente alguna discapacidad. De este dato se desprende la conclusión de que, en muchos casos, el teletrabajo facilitaría enormemente la conciliación en las familias y se apuesta por su implantación en los puestos laborales en los que sea posible.
Tan solo un 6,7% de los empleados teletrabajan en nuestro país. Este dato, anclado en los valores tradicionales de las empresas, hace que España se encuentre aún muy alejado de países más desarrollados de Europa, como es el caso de los países nórdicos, donde prima más la cultura de los resultados obtenidos que el presentismo. En el caso de familias en las que alguno de sus miembros tiene algún tipo de discapacidad, el teletrabajo permitiría a los progenitores dedicar mucho más tiempo a los niños con discapacidad.
Las medidas implantadas por las empresas para favorecer la conciliación laboral y familiar, como por ejemplo jornadas reducidas o continuas, exenciones en viajes o flexibilidad de horarios tan solo están instaladas en menos del 50% de las empresas estudiadas.
Por tanto, las medidas de conciliación se erigen como la solución a los problemas diarios que tienen muchas familias en las que existe un miembro con discapacidad, especialmente si este es menor.
Otro de los problemas a solventar en las familias que tienen un miembro con discapacidad es la sobreprotección que muchas veces (y con la mejor intención) se ejerce sobre ellos. Darles autonomía en la medida de sus posibilidades es un reto que entre todos debemos alcanzar.
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