En el debate de la intencionalidad de los incendios forestales, hemos de diferenciar entre pirómano e incendiario. El primero de ellos padece un trastorno que, afortunadamente, puede tratarse.
El otoño está muy próximo, pero, debido a la sequía extrema, la temporada de incendios forestales en España aún no ha concluido. Es pronto para hacer balance, pero lo que es seguro es que este año 2022 establecerá un triste récord nacional: hasta 300.000 hectáreas calcinadas, a fecha de 12 de septiembre.
La intencionalidad de estos incendios prende un debate tan antiguo como el fuego mismo. Según la fuente consultada, se consideran provocados desde un 53% hasta un ¡96%! de estas catástrofes. Eso sí, la mayoría por negligencia. En muchos casos, en los medios de comunicación se habla de “pirómanos”, cuando lo correcto sería referirse a las personas causantes de los incendios como “incendiarios”. Veamos la diferencia.
Según distingue el psiquiatra y especialista en la materia, Juan José Carrasco, incendiaria es la persona que provoca el fuego “con premeditación, por lucro, perjuicio o venganza, para ocultar un crimen, por ideología sociopolítica, para llamar la atención o por ganar reconocimiento”. Mientras que “la piromanía se da por pura satisfacción psicológica por el fuego”, es un trastorno del control de impulso que lleva a actuar para aliviar la tensión o ansiedad o por la sensación de euforia instantánea que el fuego provoca a estas personas.
Está reconocida como enfermedad por el primer Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-I) y tiene una prevalencia hasta un 4% de la población, según un estudio de la Universidad de Alicante publicado en 2017 bajo el título “El perfil psicocriminológico de los pirómanos”.
Es difícil ponernos en la mente de un pirómano, pero diferentes investigaciones concluyen que estas personas sienten una activación emocional al prender fuego y experimentan fascinación por las llamas y todo lo que las rodea. Paradójicamente, también por los equipos y medios de extinción. De hecho, hay casos documentados de pirómanos que, tras originar el fuego, participan luego como voluntarios en las cuadrillas de extinción; quizá por permanecer más tiempo junto a “su obra” y vivir en primera línea “la experiencia completa”.
Con este diagnóstico no pretendemos disculpar la conducta pirómana, sino más bien detectarla a tiempo para poder dar el tratamiento psiquiátrico adecuado y prevenir así muchas de estas catástrofes.
Divulgación, concienciación y prevención de incendios forestales: el caso de Galicia.
No nos cansaremos de decirlo: la prevención es el mejor antídoto contra la aparición de incendios forestales. Concretamente, en España el factor humano es causante del 96% de este tipo de desastres, según fuentes del Observatorio de Catástrofes de Fundación Aon España, y es indispensable crear una conciencia del riesgo de incendios en las zonas habitadas para minimizar estas cifras.
La región Noroeste sufre el mayor número de estos siniestros, con un 51,57% respecto al resto de España, comentaba Carlos del Álamo en nuestro Simposium de 2018 sobre Incendios Forestales y Terremotos, y Galicia ostenta el triste récord de 460.000 hectáreas calcinadas desde 2001 hasta hoy. Conocer las causas de esta concentración territorial de los incendios es lo que impulsó al investigador Jaime de Diego Abad a desarrollar su tesis doctoral “Variables socioeconómicas relacionadas con la vulnerabilidad y su efecto sobre las características de los incendios forestales en Galicia”.
El abandono rural y el consecuente crecimiento desordenado de la vegetación está en el origen de la mayoría de los incendios forestales en Galicia, según revela esta investigación desarrollada en la Cátedra de Catástrofes.
Es nuestro compromiso desde Fundación Aon: luchar contra los incendios forestales y contra todo tipo de catástrofes que pueden ser evitadas, y hacerlo desde su origen mismo. Divulgación, concienciación y prevención hoy, para disfrutar de una España más verde mañana.