Resiliencia, la respuesta positiva tras una catástrofe

El Instituto Español de Resiliencia (IER) y Fundación Aon hermanadas en su objetivo

Cualquier catástrofe vivida en primera persona produce un impacto psicológico que va desde el miedo al estrés y que, con la ayuda adecuada, puede reconducirse hacia la resiliencia.

Las catástrofes no avisan. De modo inesperado golpean cualquier región del planeta, produciendo daños materiales y humanos incalculables, aparte de un shock emocional sobre la población que habita estas zonas siniestradas. Las personas no estamos preparadas para romper de forma tan abrupta el orden y el confort que creíamos asegurado.

Por ello, las reacciones ante el advenimiento de un desastre -natural o provocado por el hombre- varían desde el miedo, el estrés o un sentimiento de incredulidad ante el nuevo escenario, que puede tornarse incluso en un mecanismo de defensa que en psicología es conocido como negación de la realidad.

El miedo, según explica Rafaela Santos, Neuropsiquiatra y Presidenta del Instituto Español de Resiliencia (IER), “es una respuesta que bloquea y que a menudo es superior al instinto de salir huyendo. Las tragedias dejan todo tipo de daños en la población, pero existen heridas que no se ven y que tardan en cerrarse. Son las heridas emocionales”.

El tiempo deja su impronta sobre las personas que han sido víctima de una catástrofe. Existe una alta probabilidad de desarrollar el denominado Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), una patología que prolonga el sentimiento del miedo durante meses, e incluso más de un año.

En el polo opuesto se sitúa otra forma de asimilar la pos-tragedia. Hablamos de la resiliencia, que el propio IER define como “la capacidad de afrontar la adversidad creando los recursos psicológicos para salir fortalecidos y alcanzar un estado de excelencia profesional y personal”. Ser resilientes no es solo una cuestión de ser “mentalmente fuertes”, sino, sobre todo, de contar con el apoyo psicológico profesional adecuado para realizar ese ajuste saludable a una situación que trastoca por completo nuestros planes de vida.

La resiliencia es, por tanto, la respuesta idónea tras la catástrofe y la única consecuencia positiva que se puede extraer de ella. Es la otra cara de la moneda y, como tal, parte indisoluble y objeto de estudio de las iniciativas que abordamos desde el Observatorio de Catástrofes.

A través de esta plataforma, en Fundación Aon aunamos fuerzas con los denominados first responders, las instituciones del sector asegurador, universidades y, por supuesto, el Instituto Español de Resiliencia, un proyecto con el que nos sentimos hermanados en su objetivo fundacional: construir una sociedad más saludable.

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