Inteligencia Artificial, satélites, drones y hasta fibra óptica se emplean para anticiparse a los desastres naturales y tomar medidas de prevención.
El Cumbre Vieja dejó de escupir lava y de encabezar titulares. Tras su silencio, nos quedamos con dos enseñanzas inolvidables. La primera es que cuando la Naturaleza decide imponer su fuerza, el ser humano poco puede hacer para aplacarla. La segunda: que la tecnología no es un mundo antagonista a la Madre Naturaleza, sino una ciencia que nos ayuda a investigarla para prevenir las catástrofes naturales.
Así ha sucedido recientemente con la red de fibra óptica de La Palma, que ha servido para anticipar y monitorizar la actividad del volcán y los seísmos asociados. Y no es un caso aislado, sabemos que investigadores de la Universidad de Berkeley están estudiando las propiedades del cable de fibra óptica como sismómetro de alta sensibilidad.
Los drones son otro avance tecnológico empleado para gestionar la emergencia volcánica. Sobrevolar la zona catastrófica ha sido clave para controlar la intensidad y dirección de las coladas, y poder decidir así las evacuaciones de la población. Con una perspectiva más amplia, también los satélites “espían” el territorio, detectando incluso la deformación del terreno, un indicador del ascenso del magma bajo la tierra.
Otra tecnología que nos avisa del peligro es la Inteligencia Artificial. La IA está detrás de los diversos sensores ópticos y térmicos que recopilan datos constantemente en entornos naturales, pudiendo así predecir la aparición de incendios forestales e inundaciones.
Robots de auxilio que llegan al epicentro de la catástrofe
Una de las grandezas de la robótica es que puede suplir al ser humano en aquellas situaciones en las que peligra su vida. El ejemplo más patente es el de los robots de desactivación de explosivos que todos hemos visto en películas e informativos. Pero este campo ha evolucionado de forma increíble en la última década y hoy ya se habla de los “robots que salvan vidas” en situaciones de catástrofe, como los desarrollados por la compañía Boston Dynamics.
¿Cómo son estos robots? En primer lugar, están preparados para desplazarse en terrenos asolados y para ello cuentan con patas articuladas. Su fisonomía abarca desde el humanoide bípedo hasta el robot-perro, cuyas cuatro patas le confieren mayor estabilidad y capacidad para desenvolverse en terrenos complicados.
Y lo más sorprendente: un asistente humano puede comunicarse con la persona damnificada a través de una Tablet que ocupa la cabeza del robot. Una vez más, el factor humano es el que da sentido a los avances tecnológicos, una premisa que en Fundación Aon España compartimos y defendemos, máxime cuando el fin último de estas tecnologías que te hemos presentado es estar siempre con las personas frente al riesgo.