Son datos provisionales, pero podemos afirmar que los incendios forestales en España en este verano 2024 han disminuido notablemente respecto a los años anteriores. Por contra, sufrimos más olas de calor y DANAs.
En la época estival, en países mediterráneos como el nuestro, la actualidad de las catástrofes naturales apunta inevitablemente hacia los incendios forestales y, casi siempre con malas noticias. En este verano 2024 los incendios se han seguido produciendo, pero, al menos, las cifras provisionales nos animan a ser optimistas.
Según el avance informativo del Ministerio de Transición Ecológica, hasta el 15 de agosto, el impacto de los incendios forestales en España ha disminuido de forma significativa respecto a años anteriores. Contrastan las 34.000 hectáreas calcinadas de masa forestal en lo que va de año, frente a las 65.000 de 2023, las 195.000 de 2022 y, en general, frente a la media del último decenio.
Por número de incendios, también se aprecia un descenso en 2024. Contabilizamos 3.966 de estos siniestros hasta el 15 de agosto, frente a una media anual de 6.000 incendios forestales. No obstante, 13 de los incendios de 2024 han sido catalogados como Grandes Incendios Forestales (GIF), es decir, que afectaron a más de 500 hectáreas.
Y a nivel global, las llamas han castigado este verano no solo territorios secos, como los que rodean al Mediterráneo, sino también frondosos, como la selva tropical del Amazonas y las tierras boreales de Canadá. De tal magnitud esta última catástrofe, que el humo atravesó el Atlántico para hacerse visible en Europa occidental unos días después.
El calentamiento global no es que sea la causa directa de este tipo de desastres naturales, pero sí crea las condiciones ideales para que el fuego se propague sin control. El cambio climático se ha podido percibir este verano en España a través de fenómenos meteorológicos casi opuestos. Por una parte, hemos sufrido hasta cuatro olas de calor, superando los 40° en muchas zonas; por otra, varios episodios de lluvias torrenciales causados por DANAs (Depresión Aislada en Niveles Altos) que se alternaron con las olas de calor.
Y algunos meteorólogos ya apuntan a que las DANAs de verano serán cada vez más frecuentes, como las acontecidas recientemente en Murcia, Alicante, Cataluña o Menorca, que ha solicitado la declaración de zona catastrófica tras los destrozos provocados.
Prevención, investigación y sentido común
Verano es sinónimo de calor, pero eso no significa resignarse. Desde hace siglos, en las regiones cálidas del planeta se palían las altas temperaturas empleando los recursos naturales que tenemos a mano y aplicando el sentido común. Esto se traduce en crear barreras de sombra para aislarse del efecto directo de los rayos de sol, hacer circular el aire y favorecer la vegetación en nuestro entorno.
Llevado a la actualidad y a nuestras ciudades, estos consejos básicos han de tomar forma en políticas de adaptación para dotar a las calles de más arbolado y zonas verdes —la sombra de los árboles permite bajar la temperatura de 6 a 8 grados— y apostar por una arquitectura bioclimática mediante materiales que reflejen el sol.
En el entorno rural, sabemos que el abandono y el crecimiento desordenado de la vegetación está en el origen de muchos incendios forestales. También sabemos que el factor humano es el principal causante de los mismos: hasta un 96% de fuegos provocados por la acción directa o indirecta del hombre, según fuentes del Observatorio de Catástrofes de Fundación Aon España. Respecto a estos incendios de origen antrópico, podemos encontrar más información en una de las Tesis Doctorales de nuestra Cátedra.
El Barómetro nos habla también, en términos de coste, de casi 2.900 millones de euros por las catástrofes ocurridas en nuestro país en 2022. Valorar estas cifras y contemplar en primera persona el efecto de los desastres nos conducen siempre a la misma conclusión: desde Fundación Aon apostamos por la prevención, investigación y divulgación hoy, para evitar la aparición de los incendios y de otras catástrofes en el día de mañana.